Las horas son paisajes inhóspitos, pasan sobre mí los segundos como ríos caudalosos. Las luces se apagan y se encienden las almas, los cuerpos repletos de vida buscan el atractivo de la noche sobre ruedas. Tengo oídos en la música. Catorce horas. ¿Hacia dónde vamos? Desconozco el camino y mientras avanzamos me reconozco en cada bache, en cada piedra que impacta contra la rueda, en cada luz que yace semiencendida ahogada en la montaña. Siento que las raíces del piso ralentizan el paso de nuestra velocidad. ¿Hacia a dónde vamos? He sucumbido al ritmo del sueño, las luces se encienden y mi conciencia navega solitaria por la carretera. Esas raíces que habitaban nuestras piernas se deshacen poco a poco y llegamos al comienzo. Llegamos. La tierra es árida y las personas que la forman son suaves y delicadas. Somos la modernidad despojada de todas sus extremidades. Siento que todo es innecesario, inútil. El agua me hace cosquillas, subimos expectantes en una lancha. ¿Hacia a dónde vamos? Rozo el mar con las manos, este me acaricia y yo le admiro. Volvemos a llegar. Soy 1492 siendo descubierta. El primer paso en la tierra de nadie. ¿Cuántas veces por primera vez? El agua mece mis sentimientos. A veces la culpabilidad, a veces el despojo. ¿Hacia dónde vamos?
Me recorro en la tierra, nos hospedas. ¿Cuántas personas te forman? La hormiga, la chicharra que canta y el perro que nos persigue. El sol nos inunda y vosotros resistís. Habéis creado la capacidad de incorporaros a la tierra y la tierra os ha acogido y amado. Las grietas del suelo son arrugas de felicidad. El fruto de una semilla es el origen de la festividad. Tus paredes claman por el futuro de la infancia y los infantes responden, la vida corre por las calles al ritmo de piernas incansables bailando un ballenato. Es la tierra del Caribe virgen.
Algunos te dicen pobre, te etiquetan y te despojan de tus condiciones más elementales. ¿Acaso lo eres? Cuando te observo pienso que sí, cuando te vivo pienso que no. Podríamos enumerar tus carencias en una hoja infinita. Agua potable, electricidad, asfalto, pavimento, aire acondicionado, carne… Pero, ¿dónde queda todo eso? También puedo sentir que no te afectan tus carencias. He sentido tus entrañas, la felicidad. ¿Dónde está el estrés?, ¿dónde está el mal humor, la antipatía, el egoísmo, la competitividad? ¿Eres acaso realmente pobre? Creo que solo eres un malentendido con la historia y los conceptos que nos crean. Un malentendido por el que nadie se ha detenido a pensar. Como diría Galeano “Pobres, lo que se dicen pobres, son los que no tienen el tiempo para perderlo. Pobres, lo que se dicen pobres, son los que tienen piernas y se han olvidado de caminar” Tú tienes tiempo, eres el tiempo. Sufres el tiempo en tu piel y no pones obstáculos para remediarlo. Tienes piernas largas y finas, piernas que crecen de la tierra. Resistencia. Supervivencia.
Fotografías tomadas en Isla Fuerte, Colombia.
Celia Arcos